miércoles, 26 de agosto de 2020

¿Cómo se escoge una profesión o una ocupación (desde la infancia)?



Por Manuel Chaves Quirós 
Máster en desarrollo personal y profesional-Orientador vocacional

El trabajo que decidimos realizar en nuestra vida es la imagen de uno de los aspectos más importantes de nuestra personalidad. 

A diferencia de lo que comúnmente se cree, la decisión de qué profesión elegir o a qué ocupación dedicarse no es una decisión del último año de secundaria sino algo que se ha venido gestando desde nuestros primeros años de vida.

Nuestros años de infancia  son sumamente importantes en la adquisición de destrezas de aprendizaje, de actitudes y conductas que van a determinar cómo seremos en etapas posteriores de vida, así como también donde comenzamos a desarrollar intereses y habilidades que nos harán únicos y con una determinada personalidad.

"aquellos aspectos que intervienen 
en la escogencia de una carrera conforman 
lo que llamamos desarrollo vocacional o 
lo que la mayor parte de las personas 
entiende como vocación"

Pero, curiosamente, también es una etapa del desarrollo en donde no prestamos la suficiente atención en cuanto a los distintos aspectos que van a determinar hacia qué carrera, profesión o área vocacional se dirigirán los niños y niñas cuando llegue el momento de decidir.

En este sentido, tenemos que tomar en cuenta varios aspectos, los cuales, una vez identificados, nos pueden ayudar a padres, madres, profesionales de orientación, profesionales de la educación, autoridades educativas, etc, a desarrollar estrategias que ayuden a potenciar tanto la identificación temprana de los mismos como las experiencias que pueden ayudar a que nuestros chicos y chicas las logren desarrollar y “pulir”.

Es importante señalar que todos aquellos aspectos que intervienen en la escogencia de una carrera conforman lo que llamamos en orientación “desarrollo vocacional”.

Cada una de las etapas del desarrollo vocacional, a su vez,  está conformada por diferentes tareas de desarrollo cuyo cumplimiento es vital para alcanzar otro de los aspectos intervinientes en la elección de carrera: la madurez vocacional. De esta forma, por ejemplo, en la etapa del desarrollo llamada de “Fantasía”, los niños y las niñas entre los 4 y los 10 años deben fantasear e imaginarse realizando roles en ocupaciones que les llamen poderosamente la atención. Es aquí en donde el juego se constituye en una actividad imprescindible que se debe de estimular. Por esta razón, es común observar en niños de esta edad jugar al bombero, al policía, a la maestra, al futbolista, etc; juegos e inclinaciones que, además de acercarlos en una visión lúdica de las ocupaciones, los ayudan a construir intereses, a practicar habilidades y “darse cuenta” de los valores del trabajo.

Si un niño a estas edades no tiene la oportunidad de “fantasear” y de jugar a “aquello que le gustaría ser cuando sea grande” no podrá madurar vocacionalmente y esto de una u otra forma le dificultará desarrollar adecuadamente su personalidad al no cumplir con las tareas de desarrollo concretas.

Estas etapas de desarrollo a las que se hace mención son: Período de crecimiento (del nacimiento hasta cerca de los 14 años). Período de Exploración(de los 15 a los 24 años). Período de Establecimiento(de los 24 a los 40 años aproximadamente). Período de Mantenimiento(Se inicia alrededor de los 40 años y se prolonga hasta los 65 años) y el Período de Declive(Se da anterior al momento de la jubilación o retiro, y finaliza cuando ya no se participa activamente en el mundo laboral).

                                     En el "ikigai" japonés la búsqueda de la razón para vivir la podemos encontrar a partir de la 
                                     fuerza e ilusión que nos generan aquellos anhelos y fantasías de nuestra infancia.

Todas estas etapas poseen tareas que las personas debemos de cumplir para alcanzar un desarrollo óptimo e integral, así como la sensación de una vida plena. Además, es en cada una de estas en donde construimos nuestros intereses, habilidades, metas y adquirimos el dominio de la información de las oportunidades que nos ofrece el medio.

La fase de la educación primaria coincide con la etapa de “crecimiento” y por ello es preciso planificar procesos tendientes a que tanto estudiantes, instituciones escolares y familias conozcan sus particularidades y cómo poder apoyar un desarrollo vocacional lo más adecuadamente posible.

Este importante período se divide en 3 subetapas: Fantasía (de los 4 a los 10 años). Intereses (de los 11 a los 12 años) y Capacidades y aptitudes (de los 13 a los 14 años).

Durante los años en que los niños y las niñas evolucionan en el contexto de este proceso vital es preciso que cumplan 13 diferentes tareas de desarrollo  que van desde “Tener inclinación hacia objetos o actividades específicas de su gusto”, pasando por “Adjudicar valores al mundo del trabajo mediante el conocimiento de diferentes ocupaciones” y llegando a tareas más complejas como “Tener conciencia de la relación entre presente y futuro”. Dentro de estas y las restantes 10 tareas es preciso que los chicos y chicas, al llegar al fin de la última subetapa, hayan logrado desarrollar 45 conductas vocacionales que son básicamente el parámetro que ayuda a establecer si las tareas de desarrollo han sido cumplidas y, de esta manera, poder determinar la madurez vocacional que han logrado. 

Todos los procesos de orientación en primaria deberían estar enmarcados dentro del enfoque del desarrollo de la madurez vocacional porque esta característica es la que va a permitir que las elecciones vocacionales futuras estén basadas en las conductas logradas y las tareas de desarrollo previas a la etapa o período de “Exploración”. 

De esta forma, entre más estimulación vocacional reciban los chicos y las chicas en toda su vivencia durante la escuela primaria, encaminada a que cumplan lo mejor posible con esas tareas de desarrollo, mayor será la posibilidad de que las etapas subsecuentes les faciliten una elección vocacional marcada por un amplio conocimiento de sí, de las oportunidades del medio y de valores importantes para su ingreso dentro del mundo del trabajo.

Así que cuando usted observe a su hijo, nieto, estudiante decir que le gustaría ser policía, que le gusta hacer figuras con plastilina, que le gusta bailar, que expresa saber en lo que es hábil y no lo es, que demuestra una actitud positiva hacia las demás personas o que tiene una pregunta a cada cosa que observa que hacen los otros, sepa que ese es un espejo del desarrollo por el que usted probablemente pasó y, además, tenga certeza que desde ese momento ese niño o esa niña está comenzando a darle forma a su verdadera vocación.

"entre más experiencias de juego y autodescubrimiento 
reciban los chicos y las chicas en la infancia 
mejor será el desarrollo que vaya logrando 
de su vocación"

Este proceso suena muy lógico y estimularlo requiere sistematización pero, de forma especial, compromiso y visión para ver que los detalles más simples de la vida pueden llegar a marcar la vocación de cualquier persona desde su infancia.

Me pasó recientemente que, poniéndome de acuerdo con una maestra en un grupo de primer grado, los chicos y chicas habían escogido como tema central de la unidad de trabajo escolar "La vida en el campo y la vida en la ciudad". Yo tenía que planificar una sesión virtual de orientación con ellos y ellas y debía encontrar la forma para integrar los objetivos con el tema que  habían elegido. Cómo me gusta mucho utilizar cuentos e historias para desarrollar procesos de autoconocimiento y crecimiento personal me encontré con un cuento japonés llamado "El secreto del maestro Cornige" que trata sobre un viejecillo dueño de un molino que toda la vida había trabajado moliendo trigo pero que, de repente, se encuentra con que cerca del pueblo se ha instalado una fabrica que, con una tecnología mejor, molía mejor y más rápido. Poco a poco las personas del pueblo prefirieron llevar sus cosechas a esta fábrica y el maestro fue quedándose sin trabajo. Para aparentar que no se quedaría atrás y que pobladores de otros lugares lo seguían contratando para molerles su trigo, cada mañana cargaba sobre su burro sacos llenos que llevaba a su viejo molino pero que, en realidad, no tenían un solo grano de trigo sino que  estaban cargados de piedras. Muchos aldeanos, al ver que el viejo se quedaba sin trabajo, decidieron llevarle alguna cantidad de trigo y eso puso muy contento al señor. Sin embargo, fue en ese preciso momento que comprendió que las cosas cambian y que era el momento de comprender y adaptarse a nuevas formas de hacer mejor las cosas.

                                                           Cuento japonés "El secreto del maestro Cornige".

Lo que era un cuento para ayudar a identificar valores de convivencia que podríamos encontrar en el campo y en la ciudad también sirvió para abordar valores propios del mundo del trabajo y que constantemente, en especial en este momento de la historia, la adaptación al cambio, la creatividad, la imaginación, entre otras cosas, pueden marcar el desarrollo vocacional.

En lo que será probablemente mi segundo libro  me voy a referir más específicamente a esto hablando de casos como el de Steve Jobs o el de la matemática afroamericana Katherine Johnson que pueden ser interesantes para comprender que a pesar de que el desarrollo vocacional puede llegar a darse de una forma natural y espontánea es condición “sine qua non” que haya una estimulación adecuada.

 

 

 

 


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