lunes, 8 de marzo de 2021

Vocación, brecha de género y la recesión del trabajo femenino

 

                                                                                                                                                                 Fotografía diario El País


Por Manuel Chaves Quirós 
Máster en desarrollo personal y profesional-Orientador vocacional


En agosto del 2020 la organización ADECCO de España presentó los resultados de la XVI encuesta ADECCO ¿Qué quiero ser de mayor?, dirigida a niños y niñas en edad escolar(entre los 4 y 16 años).

En este estudio construyeron los datos basados en las respuestas de más de 1800 niños y niñas de toda España en cuanto a sus aspiraciones vocacionales y sus percepciones del mundo del trabajo. La investigación resulta en una interesante radiografía en una población que está pasando por la primera de las etapas del desarrollo vocacional: la etapa de Crecimiento y sus subetapas de Fantasía (4 a 10 años), Intereses (11 a 12 años) y Capacidades y aptitudes (13 a 14 años) y también, en un porcentaje menor, aquellos que ya han iniciado su andar en la etapa de Exploración (que inicia a los 15 y se extiende hasta los 24 años aproximadamente).

Resulta particularmente curioso poder darnos cuenta cómo van vivenciando y conociendo sus ideas acerca del trabajo, más allá de sus preferencias vocacionales expresadas, porque todo esto en su conjunto va asentando las bases de lo que serán sus futuras elecciones vocacionales. Un estudio como este, que viene desarrollando Adecco desde el año 2004, nos puede permitir tener un insumo muy importante para estimular, tanto desde la escuela como de la familia, un desarrollo de carrera que incorpore sus intereses, la exploración de sus ocupaciones preferidas, los valores del trabajo asociados a dichas ocupaciones, las habilidades que van manifestando tanto a nivel curricular como extracurricular y la información que se les pueda ofrecer de un mundo del trabajo cada vez más cambiante y complejo que comienzan a percibir, si, pero que requiere que reconozcan con mayor detalle.

En esa etapa llamada “Crecimiento”, el desarrollo vocacional convive paralelamente con el periodo de la educación primaria y esto resulta trascendente ya que desde la misma escuela se puede promover una orientación vocacional mucho más sistemática que siente las bases para que escuela y familia le den un mayor énfasis a este eje del desarrollo integral para que nuestros chicos y chicas adquieran un mayor conocimiento de sí mismos, reconozcan sus habilidades e intereses y cumplan con las tareas de desarrollo vocacional que les permitirá una mayor madurez vocacional para que, en las etapas subsiguientes, sus elecciones vocacionales vengan precedidas de mayores experiencias de autoexploración personal y conocimiento de las oportunidades para desarrollar un mejor proyecto de vida.

Los intereses expresados por los chicos y las chicas en este estudio son algo más que fantasías vocacionales: pueden llegar a ser el punto de inflexión que los haga soñar con un futuro de mayores expectativas en el tanto sus familias y el propio sistema educativo les estimulen, provean experiencias de exploración con esos intereses y las habilidades que van a ir adquiriendo y, muy importante aún, proporcionen una información robusta y actualizada del mundo del trabajo que les tocará enfrentar a esas generaciones.

En primera instancia, la encuesta de Adecco nos refleja que existen pocos cambios en las ocupaciones preferidas y que se han manifestado ya en las encuestas de años anteriores y algunas de ellas se presentan en mayor medida marcadas por la pandemia de COVID19 y los confinamientos a que nos hemos visto expuestos durante el último año. Así, ocupaciones del área de la salud como enfermería y medicina aumentaron de preferencia y aquellas relacionadas a los deportes (como ser futbolista, tenista o piloto de fórmula 1) mantienen los primeros lugares, seguidos de policías, bomberos o guardas forestales.

Es claro que estos datos iniciales muestran que los intereses vocacionales de la subetapa de “Fantasía” mantienen un arraigo muy importante en la muestra del estudio.

Más adelante se establece que se mantiene un interés en el área de educación en menor medida que la encuesta del año anterior y, como consecuencia de la digitalización y la fuerte presencia de las redes sociales en esta población, ser un “youtuber” se mantiene como una de las cinco principales ocupaciones para los chicos. De igual forma, la ingeniería y la informática aparecen dentro del top 10 aunque de una forma bastante insípida aún a pesar de que, en muchos estudios, se establecen como dos de las áreas con mayores oportunidades laborales en el futuro.

                           

       Top 10 de las ocupaciones preferidas por género según   
          XVI encuesta ¿Qué quiero ser de mayor? 2020.

Es interesante observar como es que se mantienen algunas diferencias en las preferencias por género, a pesar de las coincidencias en las áreas de salud, educación o servicios de seguridad pública, ya que en cuanto a ocupaciones dentro del área de tecnología o ingeniería las niñas no señalaron ninguna.

 Este dato hay que verlo con ojos muchos más críticos y amparados a lo que sucede en estos momentos en el mundo ya que, de lo contrario, podemos cometer el error de verlo como “algo normal” de las fantasías vocacionales que los niños y las niñas experimentan hasta antes de los 10 años y la influencia “inevitable” de la socialización. Es aquí en donde debe de entrar en juego una orientación que, tomando como aliada a la escuela y a la familia, permita trascender esto con una mejor formación, una educación más integral, con información del mundo del trabajo y, muy importante, trabajar desde esas edades tempranas en el proyecto de vida (y yo propondría aquí la promoción de un plan estratégico personal desde la transición de la escuela primaria a la secundaria).

No se trata de que las chicas no experimenten sus propias fantasías vocacionales sino más bien la oportunidad de que puedan ensanchar el abanico de posibilidades que pueden tener y que pueden significar mejores oportunidades de desarrollo personal y calidad de vida en su futuro.

 Hay datos que nos muestran la gravedad en las desigualdades de género en cuanto al mundo del trabajo y, muy especialmente, a la vulnerabilidad que están enfrentando las mujeres debido a los  trabajos que tradicionalmente ejercen.

 En un artículo del diario El País (España) titulado “La brecha de género sale cara” se señalan algunos datos que son realmente sorprendentes:

·      El mundo sumaría 23 billones de euros a su PIB si se suprimiera la desigualdad entre el hombre y la mujer” aumentada ahora por la crisis del COVID19 (nada más para darse una idea: la riqueza total de EEUU en 2019 llegaba a 20.5 billones).

·    En abril de 2019 el 55% de los 20.5 millones de empleos que se perdieron correspondió a puestos de trabajo ocupados por mujeres. Una de las razones de esta pérdida fue que la mayoría de estos empleos se ubicaban en sectores tradicionalmente ocupados por ellas como hostelería, ocio, cuidados personales y servicios sanitarios. Esto ha sido tan grave que a esta pérdida de puestos de trabajo y su lenta recuperación se le llama “shecession”(algo así como la “recesión de ellas”).

·      Se cree que si hombres y mujeres tuvieran el mismo nivel de emprendimiento la economía del mundo crecería entre 2,5 y 5 billones.

·       La pérdida de empleo se ha acentuado en la pandemia debido a que, además de los trabajos que tenían, se aumentaron sus responsabilidades por el cuidado de los niños y niñas debido al cierre de las escuelas.

·       El impacto del cuido de los hijos en cuanto a pérdida de horas trabajadas y pérdida de salario es condiderado “brutal” para las mujeres. Un trabajo preliminar de la Universidad Complutense de Madrid afirma que “las investigadoras antes de la pandemia dedicaban 6,2 horas semanales a trabajar en sus publicaciones (donde se gana el prestigio académico), pero durante la crisis cayeron a 1,6 horas. Por el contrario, en los hombres el tiempo aumentó de 7 a 8,1 horas. ¿Quién cuida del hogar orillando su futuro laboral?” (esta última pregunta que se hacen al final me parece lapidaria).

·       Relacionado a lo anterior, las mujeres efectúan al menos 2,5 veces más trabajos que los hombres relacionados con los cuidados y la casa.

·      En EEUU la riqueza media de los hombres blancos solteros menores de 35 años (22.640 dólares) es 224,2 veces mayor que la de las mujeres negras solteras (101 dólares).

·      En cuanto a la aportación de calidad en el mundo del trabajo es necesario romper con los “techos de cristal” que aún impiden que las mujeres accedan a puestos directivos y de mayor importancia dentro de las organizaciones. Aún en el mundo no se ha terminado de hacer conciencia que es preciso cerrar las brechas de género ya que la mujer representan a poco más del 50% de  habitantes en el planeta y con ello estamos perdiendo salud en la economía e innovación, además que “con ella, su creatividad, su sensibilidad, su fuerte conciencia social en materias como el medio ambiente, la habilidad para trabajar en equipo (con menos ego que los hombres) o la facilidad para comunicarse y crear plantillas muy comprometidas”, detalla una alta ejecutiva citada en el artículo.

·       En los países que forman parte de la OCDE, las mujeres ganan de media un 15% menos que los hombres. Y conste que su principal misión es “Diseñar mejores políticas para una vida mejor” (bastante trabajo les queda por hacer para alcanzar semejante misión).

·     En el caso específico de España, en cuanto a educación se refiere, la brecha de género es del 67,9%. Pese a que las mujeres cuentan con mayor preparación académica que los hombres, en los últimos cinco años la distancia entre unas y otros se ha ampliado debido al bajo acceso femenino a las carreras STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas).

·      En relación a esto, según un estudio publicado por Forbes México en 2017, en los próximos años el 45% de las ocupaciones serán automatizadas en alguna medida, razón por la cual la demanda de empleos se situará principalmente en esas áreas. Parte de ese estudio señala que sólo el 8% de mujeres matriculadas en las universidades lo hacen en esas carreras. Este es un dato que es preocupante para las mismas economías de los países y las empresas ya que se establece que no se cubrirá la demanda de personas trabajadoras con estas habilidades si no se integra a las mujeres en estas áreas vocacionales.

 


Para Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI y profesor de Economía en la Universidad de Harvard, la pandemia ha producido un retroceso en cuanto a la desigualdad de género “lo que evidencia que se necesita un cambio social mucho más profundo”. Así que, desde este punto de vista, no nos podemos quedar observando o validando la reproducción de estereotipos en los intereses vocacionales sino más bien revertir una tendencia que agrava la calidad de vida de las mujeres y de la sociedad en general como lo muestran claramente esos datos. 

A lo que me refiero con esto es que es preciso ensanchar el abanico de sus intereses y posibilidades desde que están en edades escolares para que puedan tener mejores parámetros en su futura elección vocacional.

Esto tiene importantes repercusiones que nos deben llevar a mejorar sustancialmente los procesos de autoconocimiento, la autovalidación de habilidades presentes desde edades tempranas relacionadas de alguna manera a las áreas ocupacionales que permitan  a las chicas considerarlas seriamente para su futura elección vocacional, un muy fuerte componente de información de las oportunidades del mundo del trabajo que se vislumbran para estas generaciones y, de forma especial, ayudarles en el proceso de encontrar mujeres referentes vocacionales en donde se vean no solo identificadas sino proyectadas en un futuro con mejor calidad de vida.


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