martes, 31 de agosto de 2021

La influencia de nuestra madre en el desarrollo de la vocación

 


Por MSc. Manuel Chaves Quirós
Especialista en desarrollo personal y profesional-orientador vocacional

Es difícil separar la influencia del padre y la madre en cualquier aspecto de la vida y de nuestra personalidad ya que los grupos familiares son un todo que se puede reestructurar una y otra vez, dinámicos y sistémicos. El desarrollo de la vocación es uno de ellos.

Para la especialista en orientación vocacional, Claudia Messing, los padres y las madres siempre van a influir en la elección vocacional de sus hijos e hijas ya que hacen posibles aprendizajes; vivencias y proporcionan modelos en los cuales identificarse. Para ella, lo que no es posible presagiar es cómo se va a manifestar esa influencia ya que cada persona es quien hace su propia combinación de esos aportes, lo que llama su “síntesis personal”. Al respecto, nos señala que:

“Esto tiene que ver con los procesos de identificación, que nunca son predecibles
de antemano, ni objeto de la manipulación, sino que se descubren a posteriori,
una vez que se han producido…Nuestros hijos van tomando y recreando rasgos nuestros,
características de personalidad, modalidades de resolver o encarar problemas,
habilidades y limitaciones. Pero lo interesante y maravilloso es que estos procesos de identificación nunca son lineales ni mecánicos, siempre son originales y propios de cada sujeto”
.

Ahora bien, en estos procesos de identificación con las figuras adultas más significativas, en donde también podríamos encontrar a abuelos, abuelas, tíos, tías y hasta personajes de nuestros barrios que no necesariamente formaban parte de nuestra familia, bien vale la pena el ejercicio de intentar visualizar su influencia para atomizar y, a la vez, valorar en toda su dimensión el papel de esas personas significativas.

La verdad, no pensé que escribir este artículo se me dificultaría de la forma en que lo hizo. Lo primero que me sucedió fue el retraso inesperado en su publicación (yo quería que fuera antes del 15 de agosto “Dia de las madres” acá en Costa Rica) desgraciadamente “gracias” a un quebranto de salud que envió al hospital a mi madre (por dicha ya se encuentra mucho mejor).

Desde ese día y hasta el 20 de agosto, mientras ella se recuperaba de su dolencia estomacal, no  tuve ni la lucidez ni las ganas para escribir absolutamente nada.

El segundo retraso para escribir este artículo que había prometido desde el momento en que publiqué “La influencia del padre en el desarrollo de la vocación” se ha debido a la dificultad de encontrar textos específicos que nos hablen de este tema.

"...a lo largo de la historia de la humanidad 
se le ha dado a la mujer un papel “secundario” 

Mi madre ya es una señora de casi 70 años, con muchos factores de riesgo y tiernamente testaruda hasta la médula. De ella he aprendido infinidad de cosas que han marcado mi vida profesional y personal en muchos aspectos. En primera instancia, esa misma testarudez, lo cual me ha ayuda a que cuando me he planteado alguna meta luche hasta la última gota para intentar alcanzarla. Segundo, su capacidad de trabajo y tesón que la llevó hace ya muchos años a emprender una pulpería y una pyme de ropa tejida que, con el apoyo de mi padre que hacía de socio y distribuidor, nos permitió vivir mejor en la época de mi adolescencia a mis 3 hermanas, mi hermano y yo y sortear, de esta manera, una vulnerabilidad económica que no nos dejará seguir adelante en nuestros estudios. Y, tercero, sus agallas para vivir. Mi madre tuvo una vida muy dura desde que era una niña en los recónditos cerros del Doán hacia el este de la tercera provincia en importancia del país, Cartago, en un pueblecito que conservó su nombre originario: Urasca. Ella tuvo la resiliencia suficiente para vivir en medio de la pobreza extrema, un padre casi ausente que estaba más en la cárcel por fabricar licor de contrabando que en la casa, una madre alcohólica y una fila de 7 hermanos y hermanas menores. Vivió en carne propia la muerte de su 8va hermana la cual falleció en sus propios brazos mientras, por la ausencia de su padre, la llevaba a la única clínica que existía en el pueblo más cercano (a unos 8 kilómetros de distancia). Cuando ella me contó esta experiencia siempre la imaginé descalza, con su hermana en brazos, en medio del estrecho camino entre los cerros y el río Reventazón. Sinceramente, no me imagino su angustia e impotencia y su dolor al llegar con su hermana muerta a las afueras de la pequeña clínica. En las lágrimas que recuerdo bajaban de sus mejillas mientras nos contaba este relato hace ya algún tiempo no paraba de mirarla en una suerte de compasión, respeto y admiración a la vez. Me decía a mí mismo ¿Cómo llegó a ser para nosotros la madre que ha sido en medio de tanta desgracia?. Luego, ya casada con mi papá, tuvo que experimentar la muerte prematura de su propia madre, otro de sus hermanos y el abandono absoluto de su papá quien, de forma irresponsable y despreciable, la dejó a cargo de su hermana y hermano menores de edad. Mi hermana Gabriela y yo ya éramos los primeros hijos de su propio matrimonio, ella con 3 años y yo con 2 años, respectivamente.

Pero como bien se dice, ella siempre fue una mujer que supo ponerle el “pecho a las balas” y junto a un verdadero compañero de vida que ha sido mi padre, salió adelante y supo aceptar esas cosas como parte de la vida. Es allí donde radica su papel principal en cuanto a mí: es un verdadero modelo de actitud hacia la vida.

El papel que juega una madre en el desarrollo de sus hijos o hijas no es igual que el del padre que ya traté en el artículo anterior en el mes de Julio. Por supuesto, existen muchas similitudes a nivel de la imitación que hacemos de las actividades que realizan nuestras personas adultas más significativas durante nuestra vivencia en la subetapa de fantasía. Pero la gran diferencia que se da es que el rol materno inicia desde la satisfacción de las necesidades más básicas que tenemos desde el mismo momento en que somos concebidos y nos convertimos en huéspedes dentro de sus vientres. Nuestras primeras necesidades de alimentación, cuidado, cariño y bienestar emocional las vemos satisfechas allí y nos marcarán a lo largo de nuestra vida.

Para el pediatra Donal Winnicott, la madre cumple una función de “handling”. Este término se refiere al servicio de asistencia que se brinda a los aviones en tierra para que, una vez realizadas todas las operaciones terrestres requeridas(asistencia técnica, combustible, carga y descarga, entre otros) estos puedan partir y funcionar adecuadamente durante su trayecto. En otras palabras, son todos aquellos servicios que les permiten “alzar vuelo”. Pues bien, en el caso de nuestras madres, ese servicio de “handling” sería el equivalente al “sostén del yo” desde los inicios de la maternidad.

"Aunque aún quedan muchos “techos de cristal” 
por romper, parece ser que los cambios cada día 
serán más palpables..."

Sin embargo, a pesar de la importancia radical de esos cuidados maternales, a lo largo de la historia de la humanidad se le ha dado a la mujer un papel “secundario” tanto en la vida pública como privada y se ha delegado casi exclusivamente su labor a la satisfacción de las necesidades básicas y el cuido a lo interno de la familia, lo que ha provocado que no haya una verdadera oportunidad de desarrollo en otras áreas.

En una interesante investigación realizada en Colombia a efectos de analizar los proyectos de vida de las mujeres que trabajaban en el programa de Madres Comunitarias, cuidando niños y niñas de otras mujeres que se han insertado en el ámbito laboral local, quedan plasmadas algunas de estas consideraciones.

Se quiso conocer acerca de lo que soñaron ser de grandes para identificar elementos que hicieron parte de la formación de su vocación. Sin excepción se logró determinar que, desde niñas, la formación de sus identidades fue sensible al cuidado y los servicios de los demás. Las profesiones con las cuales las mujeres relacionaron sus proyecciones de vida en la infancia fueron especialmente la enfermería y la docencia. Algunas soñaban con salvar vidas y otras con educar niños, roles cuya responsabilidad se ha asignado tradicionalmente a las mujeres. Según algunas de las conclusiones del estudio:

“la vocación de las mujeres estuvo influida por los procesos de socialización de sus familias,
 a través de los cuales seguramente, se les formó para el cuidado y la atención de otros.
En todo caso, los prejuicios anclados en el machismo alrededor de las capacidades de las mujeres para dedicarse solamente a la vida privada han marcado las metas,
expectativas, sueños y alcances de aquellas; escenario en el cual las relaciones de género
 están presentes de manera transversal.”

En el relato de una de las participantes del estudio identificada como “Marisol”, se pone en evidencia la influencia de las relaciones de género al interior de su familia: “Mi papá en ese tiempo decía que las mujeres terminaban hasta cierto punto y que de ahí no podían superarse más. Porque las mujeres eran las que tenían que casarse, formar un hogar, cuidar del esposo y de los hijos”.

Por fortuna, señala el estudio, los procesos de incorporación de la mujer a la vida pública a través del mercado de trabajo, la educación, la política entre otras, han ido cambiando los imaginarios femeninos y masculinos con respecto al desarrollo de la mujer fuera de casa. En la actualidad, cada vez hay más personas que cuestionan ese “status quo” y por ello se viene dinamizando poco a poco las relaciones entre los hombres y las mujeres, especialmente en las generaciones más jóvenes.

Aunque aún quedan muchos “techos de cristal” por romper, parece ser que los cambios cada día serán más palpables en este sentido.

Visto de esta manera, parece que el papel de las madres en cuanto a su influencia en la vida de los hijos e hijas viene dando un giro que, lejos de circunscribirse en unifactorial, es multifactorial ya que no toca únicamente la identificación que puedan sentir estos con sus labores profesionales cada vez más comunes sino en el complemento con las demás características que han formado parte de su influencia en nosotros. Así que podríamos determinar que estamos ante la presencia de una influencia marcada por la identificación de un rol profesional y, además, de las actitudes propias emanadas del rol tradicional que siguen desarrollando en sus familias.

Algunos de estos cambios se vienen manifestando a partir de la irrupción de la generación X y se ha ido fortaleciendo con los cambios que ha impuesto la generación Millenial y que será aún más palpable a partir del empuje de la generación Z. Sin embargo, queda aún trabajo que hacer para terminar de dar los pasos requeridos para que la gran mayoría de las mujeres pueda alcanzar proyectos de vida que vayan más allá de la tendencia de trabajar para “los otros” y más enfocados en alcanzar ocupaciones con un componente mayor de autorrealización en otras áreas tradicionalmente ocupadas por hombres.

En la encuesta anual de la fundación ADDECO de España de agosto del 2020 denominada ¿Qué quiero ser de mayor? y dirigida a niños y niñas en edad escolar (entre los 4 y 16 años), los resultados obtenidos seguían mostrando una tendencia marcada por la influencia de los roles tradicionales. La encuesta de Adecco nos refleja que existen pocos cambios en las ocupaciones preferidas y que se han manifestado ya en las encuestas de años anteriores y algunas de ellas se presentan en mayor medida marcadas por la pandemia de COVID19. Por ejemplo, en cuanto a las preferencias por género, a pesar de que hay coincidencias en áreas como la salud y educación, las áreas de tecnología o ingeniería (que aparecen tímidamente en el top 10) solo fueron escogidas por los varones.

Este dato hay que verlo con ojos muchos más críticos y amparados a lo que sucede en estos momentos en el mundo y darnos cuenta que aún la socialización en la que están siendo educados niños y niñas refuerzan de alguna manera ciertos estereotipos que, en el plano del desarrollo vocacional, marcan diferencias que profundizan la desigualdad de oportunidades y de desarrollo.

Sin embargo, no debemos de quedarnos allí ya que se van dando pasos muy importantes en donde la influencia de las madres, que de por sí es muy fuerte en cuanto a valores y actitudes, se está viendo complementada en la identificación con las ocupaciones que están ejerciendo muchas madres en la actualidad.

"...las madres que trabajan fuera del hogar 
tienen una influencia positiva en la crianza" 

En un estudio al que hace mención el diario El País (España) en enero del 2020, publicado originalmente en la Revista Gaceta Sanitaria, se determinó que el nivel académico de la madre y el trabajo del padre pesa en el desarrollo cognitivo de sus hijos e hijas. Ahora bien, Llúcia González, una de las investigadoras, señala que esta correlación se da en parte a que en el caso del hombre el mundo laboral-profesional suele ser más estable mientras que, en el caso de la madre, se puede haber visto interrumpido por la maternidad y la necesidad de dedicarse a la crianza. Si en nuestra sociedad se lograra brindar mejoras para que las mujeres puedan desarrollarse laboralmente en igualdad de condiciones veríamos que muy probablemente esa influencia del nivel académico (que en muchas ocaciones supera a las de los hombres) se complementaría con la identificación de los hijos o hijas al ver a sus madres desarrollándose plenamente en el mundo del trabajo con esa formación y con sus habilidades complementarias. Un papel fundamental lo puede lograr aquí también el desarrollo de una formación y una educación en donde la masculinidad sea asumida de una forma diferente y en términos de equidad de género no solo en cuanto a las oportunidades de desarrollarse sino en la de asumir las responsabilidades propias de la crianza y del hogar.

Otro interesante estudio comprueba que esto es así: investigadoras de la Escuela de Negocios de Harvard utilizaron datos de una encuesta llamada “La familia y el cambio en los roles de los géneros y en la que se entrevistaron a 13.326 mujeres y 18.152 varones procedentes de 24 países, entre los años 2002 y 2012. A pesar de que en el estudio se comprobó que las mujeres siguen trabajando más horas en el cuidado de sus familias que los hombres, lo que demuestra que la desigualdad en el hogar continúa siendo un fenómeno muy arraigado, también comprobaron que las mujeres con mayores ingresos procedían de hogares con madres trabajadoras. Kathleen McGinn, directora del estudio, afirma que “pocos factores han demostrado tener mayor influencia para reducir la desigualdad de género que el hecho de ser criado por una madre trabajadora, y añade que los resultados de su investigación sugieren que el que ambos progenitores tengan empleo no solo favorece la economía doméstica, sino que enseña a los hijos que la labor y la contribución de los dos miembros de la pareja tienen la misma importancia”.

El principal hallazgo de este estudio establece que las madres que trabajan fuera del hogar tienen una influencia positiva en la crianza ya que es más probable que sus hijas consigan un buen empleo en el futuro y sus hijos colaboren en las tareas de la casa y el cuidado de la familia.

A propósito, viene al caso ilustrar el caso del gran cantante, compositor, actor, político y abogado panameño Ruben Blades cuando habla de su madre y su abuela.

Sobre su progenitora señala:“Mi madre fue una influencia determinante. Me orientó hacia el arte con su talento, pues ella cantaba y tocaba muy bien el piano con el que se acompañaba”.

Cuando ella supo que Rubén iba dar el salto a la música, le dio algunas sugerencias que terminaron marcándole parte de su camino. Según cuenta, “me recomendó que estudiara y aprendiera un oficio que me permitiera una seguridad, pues la vida del músico era muy difícil. Después de graduarme tendría mayores opciones para decidir qué dirección tomar”. Así se terminó graduando en derecho y ciencias políticas tanto en la Universidad de Panamá(1974) como en la Universidad de Harvard(1985). 

En un extracto de las entrevistas donde habla acerca de este tema, publicadas en El País,  señala en específico lo que lo influyó también de su abuela:

“¿Qué recuerdos tiene de esa abuela tan querida?

Me dio todos los impulsos iniciales hacia la comprensión de la justicia social, la educación, la política, el respeto hacia los demás. Estos principios surgen de su tutela, que empieza por enseñarme a leer a los 4 años. Me entregó el poder de la lectura, lo cual me definió como persona, para siempre.

¿Cómo era su abuela?

Fue maestra, rosacruz, escritora, luchadora por los derechos civiles de la mujer, dos veces divorciada, graduada de secundaria en una época en que muy pocas mujeres iban a la escuela. Practicaba el yoga en los años 1940 y 1950, era poeta y pintora. Envió a la escuela a sus hijas mujeres y a los hombres los educó en casa. Ella me reveló, a los 5 años, que la muerte existía como una realidad inaplazable. El primer regalo que me hizo fue un poemario…”

¿En qué creía su abuela?

En la educación, en la formación como una forma de producir el avance espiritual, para tener libertad psíquica. Ella no vivía para trabajar solamente. El trabajo le daba independencia económica y con ello no depender de los hombres. Encaraba el trabajo como una oportunidad de crecer, a su propia manera y en sus propios términos.

Así, otra vez, yo le pregunté si éramos pobres. Me respondió que por qué le preguntaba eso y yo le dije: “Bueno, porque veo que hay cosas que nosotros no tenemos ni podemos comprar”. Y ella me contó: “No, mira, nosotros no somos pobres, nosotros lo que pasa es que no tenemos dinero”. Y yo: “Bueno, ¿no es lo mismo?”. “No, no es lo mismo”, me dijo, “pobre es el que no tiene intelecto ni espíritu, pobre es el ignorante…”

Los valores en las palabras y enseñanzas de su abuela trascendieron su vida y, a la vez, transversalizaron todo lo que Blades ha desarrollado en su vida laboral y artística.

La influencia de la madre es parte de un compendio de atenciones desde nuestra propia concepción en todos los sentidos (alimentación, protección, cariño, neurodesarrollo y demás) que a lo largo de la vida nos va a acompañar. Su influencia en el ámbito de nuestra vocación ha estado permeada especialmente por esto y por el desarrollo de habilidades que podríamos enmarcar dentro del desarrollo de la inteligencia emocional y las habilidades blandas pero que, hoy por hoy, poco a poco, están siendo complementadas por la identificación con actividades en el campo laboral y profesional que ya forman parte del proceso de emancipación de la mujer.


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